Después de mis tropiezos y fracasos a lo largo de mi vida, descubrí que no tengo vocación de hombre.
Mi lentitud me afirma que hubiera sido un excelente caracol.
Cuando la luz cae a tientas en el cuarto, se ilumina la máquina-calabaza que tengo por cerebro. Entonces me decido iniciar a pensar, si es que eso es posible.
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